sábado, 9 de mayo de 2009

Noche de Tango. Sexo y Pasion.

Una noche en Buenos Aires ... Llena de sexo, vino, tango y pasión, la milonga que sonaba, y tu que hacías tu entrada triunfal, te sentaste me viste y desde allí quede colgada.



La luz era ámbar, y allí estabas tu y tu traje negro con corbata.
El objeto de mi deseo estaba allí, eras tu... Un hombre maduro, y de cabello con canas, las que irresistiblemente esperaba me invitara a bailar. Eras un gardel, eras un dios griego envejecido junto a mi, pero aun así pude percibirte.


Fue increíble la única vez que me miraste... Clavando tus ojos oscuros en mi, un segundo quizás dos mas de los permitidos a tu edad, fijos, firmes, seguros y totalmente inconquistables, demasiada pasión en un solo ser, y mas aun, cuando se supone que un hombre como así, no anda en esas andanzas. Este efecto increíblemente jamas experimentado de excitación en mi porque en ese segundo que me intimidaste, asustaste, amaste, y me hiciste tuya, me hacen hoy que recuerde que grabe tu imagen discretamente en una cámara para nunca olvidarte y poderle claramente recordar.


Creo que subestimamos un poco el poder de la atracción, como nos arrebata y desencadena en amor, o en una pasión que arde, y sospecho, que lo que te hacia un hombre tan particular, era lo tácito, claro y con certeza tenias, que cada una de las mujeres allí, queríamos lograr ser la que se quedara contigo, ser la Eva que conquistara ese corazón porteño.


Delgado, encobrado, atemporal, daba igual tu edad precisa, igual nos rechazabas, nos intimidabas y sumisas ellas se te acercaban a invitarte bailar, regalandose sin remedio, sin tener forma de evitarlo, primero con pudor, luego, arriesgadas, después, humilladas, implorantes de tocarte alguna vez, pero allí estabas tu... Un hombre tan seguro de si y de que a nadie haría tuya que nos ignoraste sin piedad. Todas nos derretimos, te nos entregamos mentalmente y luego te fuiste dejandonos ese olor a que fuimos usadas como objetos sexuales.


No me pare de mi mesa, apenas me viste, me ignoraste, fuiste un trofeo frente a mi que ni siquiera me atreví a intentar lograr, rogué mentalmente porque tus ojos se detuvieran y me mirara una vez mas cosa que no ocurrió, pero has sido el hombre que me desnudo mental y mas fugaz delante de todos sin tabus... A mi, y a cada mujer de esa sala. Nos amaste, nos arropaste, nos devoraste, te nos metiste en los huesos y te fuiste.


Por fin entre tantos disfrazados, logre ver uno de verdad.

He allí, un seductor.

1 comentario: